La contaminación de los suelos por metales pesados y químicos tóxicos amenaza la salud de las personas y la biodiversidad, afectando a 61 millones de personas en 49 países, según los datos de The Lancet Commission on Pollution and Health. El modelo de producción industrial indiscriminado degrada el terreno y lo contamina, especialmente a través de la quema de combustibles fósiles y actividades características de nuestro país, como lo es la minería.
Con “Nuestros Suelos”, proyecto financiado por la Iniciativa Científica Milenio y CONICYT (proyecto 1170153), Sebastián Ureta se propuso diseñar e implementar una metodología participativa cualitativa de evaluación exploratoria de suelos degradados basada en un modelo de ciencia ciudadana. Esto incluye el desarrollo de un kit o herramienta de medición que permita identificar la presencia de arsénico, plomo o cobre, y la capacitación de la comunidad para obtener y hacer uso de estos resultados. Para ello, un equipo multidisciplinario trabaja desde agosto de 2018 en la Región de Atacama, elegida por su alta concentración de suelos degradados en el sector.
A partir de la adjudicación de un segundo proyecto junto a Abby Kinchy, socióloga experta en ciencia ciudadana del Rensselaer Polytechnic Institute, “Our Soil/Nuestros Suelos: Improving Methods of Participatory Soil Science through Interdisciplinary and International Collaboration”, este equipo se fortalecerá con la incorporación de especialistas en participación ciudadana, desarrollo de kits de medición y trabajo en suelos.
“Los datos cualitativos que hoy obtenemos con las herramientas que hemos incorporado en el proyecto nos sirven para ejemplificar ciertas cosas, pero no sirven mucho para levantar argumentos sobre nivel de contaminación. Es más bien un primer acercamiento para obtener sensibilización. Con la siguiente etapa seremos capaces de obtener datos semicuantitativos, cambiar no sólo la medición, sino que también el diálogo entre los distintos actores”, indicó Ureta.
Con esta colaboración, los datos, metodología y experiencia desarrollada a través de “Nuestros Suelos” se llevarán hasta la Universidad de Arizona y de Rensselaer Polytechnic Institute para sofisticar el kit de medición de metales pesados. Dan Walls, ingenierio químico de Stanford, será el encargado de mejorar y validar el equipo junto al laboratorio de Mónica Ramírez (Gardenroots Project), científica experta en suelos y en investigación participativa en temas involucrados con salud.
El proyecto “Nuestros Suelos” en su versión internacional también combinará la ciencia ciudadana con los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología. En Chile, los instrumentos oficiales para evaluar suelos degradados tienen un alto costo asociado al equipo analítico requerido, y cuentan con casi una total ausencia de mecanismos de participación ciudadana, que les impide involucrarse en el proceso. En síntesis, el efecto en la mejora real de la situación ambiental de las comunidades localizadas en fuentes de emisión de metales pesados no ha sido importante.
“El kit lo vamos a probar en Chañaral (en Chile) y en Troy (en Estados Unidos), lo que nos permitirá ver la realidad en dos países diferentes. El proyecto es muy similar en inspiración y objetivos, es una continuidad muy directa con lo que hemos hecho acá, pero con la diferencia que buscaremos sofisticar la herramienta, conseguir resultados más sólidos y apoyar la difusión, vincular con otros desarrolladores que trabajan en ciencia ciudadana o proyectos similares. La idea es generar una comunidad que esté pensando, trabajando y desarrollando con esta metodología para cubrir más fenómenos y en mayor escala”, concluyó el académico.