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Aceleración social: Consecuencias éticas y políticas

Por HARMUT ROSA

“Este artículo busca desarrollar un concepto coherente de la aceleración social mediante la distinción entre aceleración tecnológica, aceleración del cambio social y aceleración del ritmo de vida como sus tres principales dimensiones discernibles”.

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(c) Universitët Jena - Institut für Soziologie: http://linki.to/a80
Aceleración social: Consecuencias éticas y políticas de una sociedad de alta velocidad desincronizada
Por Harmut Rosa*

Primera parte de un artículo publicado en la revista Persona y Sociedad, Vol. XXV n° 1 2011, pp. 9 – 49.

 

I. La aceleración social en el proceso de modernización

En 1999, James Gleick (1999), al explorar la vida cotidiana en la sociedad estadounidense contemporánea, constató la ‘aceleración de prácticamente todo’: amor, vida, discursos, política, trabajo, TV, entretenimiento, etc. En esta observación, ciertamente no está solo. Tanto en discursos populares como científicos sobre la evolución actual de las sociedades occidentales, la aceleración figura como la característica más notoria e importante de todas. Pero aunque existe un evidente aumento del discurso sobre la aceleración y la escasez de tiempo en los últimos años, la sensación de que la historia, la cultura, la sociedad o incluso ‘el tiempo mismo’ de alguna extraña manera se aceleran, no es en absoluto nueva; más bien parece ser un rasgo constitutivo de la modernidad como tal. Según convincentemente han demostrado historiadores como Reinhart Koselleck, la sensación general de una aceleración ha acompañado a la sociedad moderna al menos desde mediados del siglo XVIII. De hecho, como muchos han observado y como la evidencia empírica claramente sugiere, la historia de la modernidad parece estar caracterizada por una aceleración de gran alcance y repercusión de todo tipo de procesos tecnológicos, económicos, sociales y culturales, y por un esfuerzo por alcanzar el ritmo general de vida. En cuanto a su impacto cultural y estructural en la sociedad moderna, este cambio en las estructuras temporales y patrones de la modernidad parece estar tan extendido como el impacto de procesos semejantes, como por ejemplo los de individualización o racionalización. Como ocurre con estos últimos, la aceleración social no es un proceso constante sino que evoluciona en oleadas (en la mayoría de los casos originados por las nuevas tecnologías o formas de organización socioeconómica), enfrentándose con cada nueva oleada a considerable resistencia así como a procesos de reversión parcial. Frecuentemente, una oleada de aceleración es seguida por un aumento de los ‘discursos de aceleración’, en los que se da voz a las súplicas por una desaceleración en nombre de las necesidades y valores humanos, pero que con el tiempo se acallan.

No obstante, a diferencia de las otras características constitutivas del proceso de modernización –individualización, racionalización, diferenciación (funcional y estructural), y la domesticación instrumental de la naturaleza–, las cuales han sido objeto de profundo análisis, el concepto de aceleración todavía carece de una definición clara y práctica (workable), así como de un análisis sociológico sistemático. Dentro de las teorías sistemáticas de la modernidad o modernización, la aceleración está prácticamente ausente, con la notable excepción del enfoque dromológico de la historia de Paul Virilio, el cual, por desgracia, difícilmente llega a ser una ‘teoría’. Esta sorprendente ausencia frente a la omnipresencia empírica y discursiva de procesos de aceleración, podría decirse que es un reflejo del descuido de la dimensión temporal y la naturaleza procesual de la sociedad en la teoría sociológica del siglo XX –un descuido señalado por muchos autores, quizás con más repercusión por Anthony Giddens y Niklas Luhmann. En la historia de la sociología, la modernización ha sido principalmente analizada desde cuatro perspectivas diferentes referidas a la cultura, la estructura social, los tipos de personalidad y la relación con la naturaleza. Desde estas perspectivas (frecuentes, e.g., en los trabajos de Weber, Durkheim, Simmel y Marx, respectivamente), el proceso de modernización es identificado como un proceso de racionalización, diferenciación, individualización o domesticación instrumental, respectivamente (Figura 1).

Lo que afirmo aquí es que no podemos entender adecuadamente la naturaleza y el carácter de la modernidad y la lógica de su desarrollo estructural y cultural a menos que agreguemos la perspectiva temporal a nuestro análisis. Por supuesto, la dimensión temporal se entrelaza (runs across) con las cuatro dimensiones ‘materiales’ de la sociedad y no puede ser claramente separada de ellas en términos fenomenológicos; no existe un ‘tiempo social’ independiente de la estructura social, la cultura, etc. Los cambios dominantes en los procesos de individualización,  diferenciación, racionalización y domesticación están íntimamente relacionados con una transformación cardinal en las pautas temporales (aceleración), que aparece al mismo tiempo como su causa y su efecto. De hecho, se puede argumentar que muchos ejemplos de los procesos anteriores están motivados por la lógica de la aceleración. Como trataré de demostrar brevemente en la sección final de este artículo, el impulso hacia la aceleración social en las sociedades modernas podría ser de hecho tan primordial que incluso podríamos encontrar fenómenos de desdiferenciación y des-individualización en casos en los que la diferenciación y la individualización se han convertido en obstáculos para la aceleración social.

Curiosamente, van der Loo y van Reijen plantean que para cada uno de los cuatro procesos centrales de la modernización, existe un paradójico lado opuesto (flipside), que también ha sido con frecuencia foco del análisis social. Por ejemplo, la individualización está estrechamente relacionada con la evolución de la ‘cultura de masas’, el resultado general de la racionalización podría ser el confinamiento en una ‘jaula de hierro’ completamente irracional (la cual, por ejemplo, está condenada al crecimiento económico incluso cuando la única escasez es la escasez de la escasez), y el control instrumental y la dominación de la naturaleza podrían conducir a una reacción violenta en la que los desastres naturales provocados por el hombre acaben con toda nuestra civilización. Y, más que seguro, este lado opuesto también es evidente para la aceleración social. Por lo tanto, ningún análisis de la aceleración social es completo a menos que se tomen en consideración esos correspondientes y extraños fenómenos de desaceleración social y ralentización que se han vuelto particularmente visibles a principios del siglo XXI, con el auge de las teorías sobre ‘hiperaceleración’, ‘turbo capitalismo’ y la ‘revolución de la velocidad digital’, por un lado; y las concepciones sobre ‘inercia polar’, el ‘fin de la historia’, el ‘cierre del futuro’ y la esclerótica inelubilidad de la ‘jaula de hierro’, por el otro lado (Virilio 1998, Fukuyama 1992 y Taylor 2002). Desde esta última perspectiva, toda la aparente velocidad y transformación de la sociedad son sólo cambios en la ‘superficie del usuario’ (Baier 2000), bajo los cuales predominan procesos de parálisis y esclerosis. ¿Pero qué es aceleración social? ¿Se refiere a una aceleración de la sociedad misma o sólo hace referencia a los procesos de aceleración dentro de una sociedad (estática)? ¿En qué sentido podemos hablar de aceleración social en singular, cuando todo lo que vemos es un sinfín de procesos de aceleración posiblemente inconexos, e.g. en el deporte, la moda, la edición de videos, transporte, cambio de trabajo, así como algunos fenómenos de desaceleración social? En lo que sigue presentaré un marco analítico que permitirá, al menos en principio, una definición teóricamente minuciosa y empíricamente justificable (o al menos discutible) de lo que podría significar para una sociedad acelerar y de las maneras en que las sociedades occidentales se pueden entender como sociedades de la aceleración.

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*Harmut Rosa es Profesor doctor habilitado, actualmente responsable de la cátedra de sociología general y teoría sociológica de la Friedrich-Schiller-Universität Jena. E-mail: harmut.rosa@unijena.de.


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