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Resistencia, memoria y género: tesis sobre Trabajo Social

“A pesar del dolor, la solidaridad abre caminos” Katerine Henríquez Campos culmina su Doctorado en Trabajo Social con una investigación que rescata el rol de las asistentes sociales durante la dictadura en Chile. Su testimonio revela la potencia transformadora del saber disciplinar cuando se articula desde la memoria, el feminismo y la ética. De la […]

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“A pesar del dolor, la solidaridad abre caminos”

Katerine Henríquez Campos culmina su Doctorado en Trabajo Social con una investigación que rescata el rol de las asistentes sociales durante la dictadura en Chile. Su testimonio revela la potencia transformadora del saber disciplinar cuando se articula desde la memoria, el feminismo y la ética.

De la práctica a la teoría: un compromiso vital

Katerine Henríquez es trabajadora social, feminista e investigadora. Desde que se tituló, ha dedicado su vida profesional a la intervención directa en programas vinculados a la violencia de género y la defensa de los derechos humanos. Pero incluso después de múltiples especializaciones y un magíster, sentía que algo faltaba: “persistía una sensación de vacíos teóricos y metodológicos”, reconoce.

Ese desajuste fue el impulso inicial para comenzar su trayectoria doctoral en la Universidad Alberto Hurtado, una decisión que no solo buscaba profundizar conocimientos, sino también traducir su experiencia profesional en un aporte académico significativo. “Quería que ese proceso se desarrollara desde mi disciplina, el Trabajo Social, porque es desde ahí donde puedo articular más significativamente la teoría con la práctica”, afirma.

La historia que eligió a la UAH

Henríquez ya conocía el programa doctoral de la Universidad Alberto Hurtado y encontró en su propuesta una resonancia profunda con sus propios intereses. La rigurosidad del proyecto académico, el cuerpo docente comprometido y el propósito de incidencia social fueron elementos decisivos. Pero hubo un factor aún más determinante: “La UAH es un espacio emblemático para la historia del Trabajo Social en dictadura”, explica. “Ese sello político, crítico y comprometido me hizo sentir que este era el lugar desde donde debía investigar”.

La experiencia doctoral como transformación

Inició el doctorado en 2021 y, desde entonces, su vida cambió. “Me reconozco como una persona distinta, con nuevas herramientas, perspectivas y una comprensión más compleja de mi disciplina y de mí misma”, comenta. El tránsito, sin embargo, no estuvo exento de dificultades. Como muchas mujeres en la academia, enfrentó las exigencias de productividad, las tareas de cuidado y la conciliación entre lo personal y lo investigativo.

A pesar de ello, no fue una experiencia abrumadora. Muy por el contrario, destaca el acompañamiento recibido: “El equipo del programa desplegó estrategias de apoyo que permitieron sostener mi avance académico. Fue una formación rigurosa, pero también afectiva, basada en la confianza y el respeto”.

Una tesis para romper el silencio

Su investigación se centra en la violencia política sexual durante la dictadura civil-militar en Chile, vista desde la perspectiva de las asistentes sociales que trabajaron en la defensa de los derechos humanos. Muchas de ellas gestionaron, documentaron y acompañaron casos de violencia sexual, a riesgo de sus propias vidas. Algunas, incluso, la vivieron en carne propia.

“Su labor fue una forma de resistencia ética y política”, señala. Al rescatar estas memorias, Henríquez busca no solo visibilizar un dolor silenciado, sino también posicionar esas prácticas como parte del legado del Trabajo Social en Chile. “Lo más desafiante fue sostener una investigación sobre el horror, pero también fue lo más gratificante. Me deja una enorme responsabilidad ética y política”, asegura.

Un trabajo que interpela la disciplina

La tesis no solo recupera una historia invisibilizada, también abre preguntas urgentes para la formación profesional. “Necesitamos incorporar enfoques feministas y críticos en el Trabajo Social”, enfatiza. Para Henríquez, estos marcos teóricos enriquecen el análisis y permiten responder con mayor claridad a las violencias de género que aún persisten. “Mi investigación invita a repensar los posicionamientos éticos y políticos de la disciplina, especialmente en contextos donde los derechos humanos —y en particular los de las mujeres— siguen en disputa”.

Una red de aprendizajes

Durante su proceso, Katerine participó en congresos, seminarios y realizó una estancia en Boston College. Estas instancias fueron claves para consolidar su tesis, fortalecer competencias en una segunda lengua y expandir su perspectiva investigativa. “Cada experiencia fue un eslabón de formación. Me enfrentaron a nuevos lenguajes, realidades y exigencias”, relata.

El conocimiento que cuida

Si hay algo que Katerine valora especialmente de su paso por el programa, es la pedagogía del acompañamiento. Destaca a su profesor guía, Dr. Leonardo Piña, por su “cuidado radical”: una forma de tutoría basada en la exigencia con ternura, la corrección con respeto y el compromiso genuino con la investigación. “El conocimiento no debe asustar —dice—, debe nutrir, alegrar y transformar”.

Ética, política y humanidad

Para Henríquez, el Trabajo Social enfrenta desafíos enormes: “no tiene un terreno asegurado”, advierte. Por eso, enfatiza la necesidad de recuperar su dimensión política, su agencia transformadora y su vocación ética. Desde su experiencia, la investigación no es un ejercicio técnico, sino un acto radical: “Nos permite enfrentar el horror y construir alternativas más justas y humanas”.

Hoy, al cierre de esta etapa, no solo recoge respuestas. También se lleva nuevas preguntas, certezas y convicciones. “A pesar del dolor —concluye—, la solidaridad y la humanidad abren caminos de resistencia y esperanza”.

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