La crisis del agua es un fenómeno que se extiende por todo el país y que, si bien los últimos días ha causado inquietud por un posible racionamiento en la Región Metropolitana, hace años mantiene a varias localidades sin abastecimiento permanente. Una señal de la magnitud del problema es el hecho de que el Ministerio de Agricultura acaba de renovar -hasta junio- los decretos de escasez hídrica de 231 comunas (67% de los municipios del país).
En el sur, a pesar de que las lluvias suelen ser más abundantes que en la zona centro-norte, el problema del agua también ha ido aumentando los últimos años, en parte por la disminución de las precipitaciones provocada por el cambio climático, pero también por la forma de gestionar los recursos hídricos y por la degradación de los ecosistemas que permiten mantener el buen funcionamiento el ciclo natural del agua. (EH2030, 2019)
En este contexto, los habitantes de la comuna de Tirúa, en el límite austral de la región del Biobío, han visto una reducción considerable de sus fuentes de agua y, actualmente, más del el 13% de la población (unas 1.500 personas de un total de 11.000) se abastece de agua potable mediante camiones aljibe administrados por el municipio.
Según información aparecida en el Diario de Concepción la semana pasada, con cifras de la Dirección General de Aguas (DGA), el déficit de lluvias es de 27,6 % en la provincia de Arauco, a la que pertenece Tirúa. A su vez, un estudio realizado en Tirúa por los académicos del Departamento de Geografía y del Laboratorio Territorio y Sociedad de la Universidad Alberto Hurtado, Manuel Fuenzalida y Simón Arce, evidenció que entre 1997 y 2014 la proporción de superficie comunal cubierta por plantación forestal pasó de 33 a 45,4%, mientras que en el mismo periodo el bosque nativo pasó de ocupar 13,5% a un 11,7%. (Anuari del Conflicte Social, 2018). La misma investigación se refiere al consumo de agua de los monocultivos y su consecuencia en la disminución de las napas subterráneas, así como en la erosión provocada por la tala, que es más severa debido a la pendiente de la zona, ubicada en la cordillera de la costa.
Por estas razones, la Fundación Licán está realizando en esa zona un proyecto destinado a proteger las fuentes de agua y restaurar el bosque nativo, cuyas características favorecen el almacenamiento de agua en los acuíferos y la recuperación de la biodiversidad.
La coordinadora de la iniciativa, Susana Huenul Colicoy, explica que están trabajando con un total de 20 familias -unas cien personas- principalmente de Tirúa Sur, comenzando este año con la mitad, para seguir en 2023 con el resto. Todas las familias participantes poseen un terreno -de diversas superficies-, donde se encuentra algún tipo de fuente de agua, como vertientes, arroyos, nacientes, por mencionar algunas.
El proyecto se llama “Restaurando aguas y bosques del Lavkenmapu” y consiste principalmente en la implementación de técnicas de restauración agroecológica. Según comenta Huenul, se trata de una forma integral de abordar el problema considerando elementos de la cosmovisión mapuche, “donde existe el concepto de itrofill mongen, que si bien es más profundo de lo que una podría decir en castellano, se refiere a todas las vidas interrelacionadas entre sí, a la relación del ser humano con los distintos elementos de la naturaleza, es decir, comprender que si afectamos el bosque, afectamos también toda la biodiversidad, no solo los suelos y la disponibilidad de agua, que es en el plano material, sino también en el plano inmaterial vinculado con lo espiritual”.