El día de hoy, jueves 19 de marzo de 2020, Plaza Dignidad amaneció “limpia” y con sus jardines regados. Tan limpia, que el monumento del General Baquedano luce pintado de color café y sin las consignas sociales y políticas que desde el 18 de octubre del 2019 allí se plasmaron. Esto se hizo bajo el velo de la noche, en un contexto en el que las autoridades están llamando a la población a no salir de sus casas, aprovechando así la situación de crisis sanitaria para imponer una única forma de comprender este espacio neurálgico de Santiago. Quienes “limpiaron” la Plaza, sin embargo, no solo pintaron y borraron, también arrancaron tres esculturas, una de ellas una Domamamüll, que en mapudungun significa “mujer de madera”. Estas tres figuras representaban a los pueblos mapuche, diaguita y selk´nam. Fueron talladas por artistas y artesanos del Colectivo Originario y donadas a la Plaza, en diciembre del año pasado. Allí, mirando hacia el poniente y el centro histórico de la ciudad, se levantaría un Museo a Cielo Abierto. Nuevas esculturas irían instalándose para enseñar a nuestra ciudad la diversidad de sus orígenes. Detrás estaba el General Baquedano, recordándonos que la historia se escribe a múltiples voces.
Leemos en este gesto de fuerte violencia simbólica y política, un intento por borrar los meses del estallido social y las demandas por una sociedad / ciudad más digna, más justa, inclusiva y diversa. Es preocupante que quienes realizaron este gesto de borramiento, no comprendan que la ciudad, así como la sociedad, no puede volver a ser pensada desde una sola mirada, ni narrada a una sola voz. Lo que en estos meses nos enseñaron las movilizaciones, es que todos queremos un espacio en la construcción de la sociedad. Por tanto, la definición de lo que es o no patrimonial, lo que merece ser recordado y resguardado, es un problema de todxs, y no de una elite que hoy, con este gesto de “limpieza” se muestra como un grupo autoritario que desea imponer una única mirada, la suya, al patrimonio de todxs. La ciudad y sus instrumentos de planificación urbana, deben comprender que el estallido social expresa justamente un malestar con esta ciudad excluyente y violenta con la diversidad. Lo que el estallido social demanda es más justicia social, más respeto y dignidad. Borrar y decidir unilateralmente lo que a la ciudad le conviene, es un gesto que solo exacerba la violencia y el malestar social.
Hacemos un llamado a las autoridades a devolver estas esculturas a la Plaza Dignidad y, por sobre todo, a crear instancias colectivas donde se discuta y se decida de manera dialogante la ciudad y la sociedad que queremos.