Hace unas semanas tuvimos el privilegio de contar con la muestra “EnVisibles” de la ONG EnMarcha. Las y los estudiantes de Trabajo Social, participaron de este espacio. Queremos compartirles algunas de sus reflexiones después de haber vivirlo.
“Fue algo maravilloso, aunque fue un lapso corto de tiempo, todo el ambiente y el respeto que se crea dentro de esta carpa te ayuda a hacer un viaje dentro de ti, recordar lo bueno y lo malo que pasaste en tu infancia, pero lo más potente que sucede ahí dentro es que te observas a ti mismo pero como un niño, eres capaz de ver tu inocencia, la tranquilidad y felicidad con la que se vive la niñez. ” (Estudiante TS_UAH)
“Fue una bonita experiencia y a la vez, un poco dolorosa. Si comparo el momento previo y post participar de la actividad, noté una descarga en mi y eso es muy positivo.
Respecto a la ambientación e idea, en general, me gustó bastante. Dentro de la carpa se notó la dedicación e intención de que todo apunte a ese reencuentro con nuestro niño interior, por ejemplo, las canicas, cojines peludos, dulces, etc. Y estos detalles junto con el audio -en mi opinión- lograron llegar al objetivo” (Estudiante TS_UAH)
“Considero que es bueno que traigan estas intervenciones a la universidad, ya que podemos ver físicamente de lo que nos hablan durante las clases, de la invisibilización que sufren los niños/as en general y particularmente, cuando están sumidos en un ambiente tan vulnerable y con sufrimientos que desean expresar. Me conmovieron mucho las cartas, los juguetes y los relatos que constituían los propios niños, pero lo que más me llegó fue la experiencia vivida en la carpa, ya que la fundación mediante esta actividad logró que recordáramos y nos transportáramos a nuestra niñez, recordando lo bueno y malo, pudiendo remover aquellas historias que todos tenemos, pero que muchas veces no consideramos o no queremos recordar. Me encantó la intervención de esta fundación y espero poder repetir la experiencia” (Estudiante Trabajo Social -UAH)
“La experiencia que vivimos el miércoles pasado son las cosas necesarias que se requieren para nuestra formación, ¿Por qué? Porque desde el pequeño ‘tour’ por los stand iban esbozando a medida que se avanzaba las respuestas a diferentes preguntas tales como el ¿Por qué intervenir? ¿A quiénes? ¿Cómo?, etc. Que se intensificaba con los relatos de los propios niños y niñas que acusaban violencia, discriminación y maltratos ejercido por adultos tanto al interior de su hogar como fuera en sus visitas a familiares privados de libertad. Respecto a esto, habían muchos/as niños/as que tenían conocimiento de algunos derechos del niño y lo que se hacía escuchar con fuerza tanto en los escritos como en los audios era el reclamo y validez de estos, puesto que se identificaban como sujetos de derecho, sin embargo, también por el contrario los relatos mostraban implícitamente la fuerza de un contexto adultocentrista que ejerce una coerción sobre la realidad de estos/as niños/as y la hace doblemente vulnerable.
En tanto a la actividad de la carpa fue la solución propuesta por el niño ya que su hipótesis era que los adultos trataban mal a los/as niños/as porque habían tenido una mala infancia, por lo que proponía un tipo máquina del tiempo que tras la aceptación de la institución se encarnó en la carpa como forma de adaptación para hacer realidad la idea de dicho niño.
Dentro de la carpa se encontraba una guía que nos daba indicaciones para relajarnos y soltar músculos, nos invito a ponernos cómodas. Sentí que el lugar era apropiado para relajarse, puesto que contaba con texturas amigables para mis manos, como las frazadas, los cojines y la alfombra eran muy suaves, la luminosidad justa, la temperatura agradable y los dulces sabrosos. Al comienzo, posterior a la relajación, para iniciar el ‘viaje introspectivo’, nos servimos un dulce como para volver a ser niñas, y luego nos indicaron ponernos los audífonos y ponerle play a un aparato. La grabación constaba en recordar cosas de la niñez, partiendo por las cosas malas lo cual fue muy doloroso y luego una etapa en donde se recordaban cosas buenas que terminaron por desbordarme emocionalmente, puesto que en ambas experiencias, la buena y la mala, aparecían las mismas personas.
Tras salir de la experiencia vinieron ciertas reflexiones que me parece bueno compartir, primero pensé en el ambiente preparado, el cual mencioné que era bastante cómodo, cálido y suave, fue ahí donde me pregunte ¿No es así como debe mantenerse un bebé o un infante? Esas son las condiciones que al menos yo me imagino para cuidar y proteger, pero dudaba en que si los/as niños/as que participaban con la institución habían tenido una infancia que tuviera ese tipo de cuidado. Pero que de todas formas estaba bien logrado el ambiente para la actividad.
En segundo lugar, fueron más bien cuestionamientos internos, que se dirigían a mi comportamiento y trato con niños/as, que si bien no tengo muchos familiares menores que yo en mi familiar, comencé a pensar sobre la forma en que cortamos muchas veces las ideas de los niños por ser muy ‘fantásticas’ o no dejándose que se expresen, olvidando que sus opiniones, comentarios y hasta decisiones (que se pueden tomar autónomamente dependiendo de la edad) son igual de válidas que yo como joven y que los adultos. Lo que terminaba haciendo era replicar y alimentar una cultura adultocentrista, de la cual yo misma estoy en desacuerdo, cultura de la que nos hacemos parte solo por el paso de los años en nuestra vida, olvidando la simplicidad del ser niño/a, que no es una simplicidad en el sentido de que la vida de los/as niños/as es fácil, sino que la simplicidad en las acciones tales como el reír, saltar, gritar, abrazar, jugar, que a medida que crecemos van erradicándose de nuestra lista de quehaceres diarios” (Estudiante TS-UAH)