Guillermo Marín y Adita Olivares
La relación existente entre racionalidad instrumental y técnica, sumado a la inherencia, poco cuestionada, del desarrollo mercantil en términos utilitarios, ha devenido en un ejercicio de constante tortura para el mundo, y por sobre todo, para el ser humano en términos éticos y de convivencia. Es esto lo que establece Hikelammert en “El nihilismo al desnudo: los tiempos de la globalización”, que nos permite comprender a un sujeto que se muestra y se establece como creador, participe y responsable del mundo de hoy.
La tortura, mediante técnicas racionalizadas de violencia, logra extraer de los individuos -y así también de la naturaleza- la mayor cantidad de información posible para ser utilizada en términos mercantiles, institucionales o políticos, evitando que el torturado se destruya, muera o desaparezca, sino que se mantenga como actor de esta realidad. En esta apropiación, que ha pasado de la conquista a la destrucción, está el carácter implícito de la situación, usada por el neoliberalismo y la promesa del buen progreso, y que ha puesto a numerosas victimas al límite de su existencia, tales como el ser humano, la convivencia, el agua, los animales, los bosques, la atmosfera, entre otras.
En el caso chileno este método se ha expresado en distintos aspectos de la vida, generando por sobre todo, una frustración generalizada de distintos sectores, que se expresa en exigencia de derechos y oportunidades. Por un lado, las lógicas de tortura en términos educacionales llevaron a miles de estudiantes ha generar un movimiento, desde principios del 2006, que tenía como consigna el término del lucro. Por otro lado, los ecologistas, en sus diferentes expresiones, han dado cuenta de los efectos de la tortura en la naturaleza, proponiendo que la crisis energética a la cual nos enfrentamos debe ser pensada en términos éticos y sustentables, antes que mercantiles. Así también, los movimientos regionalistas han llevado al debate público las lógicas de tortura, mostrando la desigual distribución del poder y la extracción excesiva de recursos naturales en localidades. En salud, se ha puesto al dinero como un condicionante de atención medica digna, produciéndose un sistema público insuficiente y saturado. El actual sistema de AFP ha convertido en objeto de tortura a sus propios clientes, los que mediante sus remuneraciones abastecen el infinito deseo de ganancia de quienes gestionan las administradoras de pensiones.
Cada una de estas situaciones son manifestaciones de que la tortura se ha constituido en el fundamento del modelo de desarrollo instaurado en nuestro país por medio de la fuerza y que –por voluntad política o por los particulares amarres institucionales heredados de la dictadura- se ha mantenido en el tiempo. Los espacios en donde opera la racionalidad antes expuesta han crecido, y han afectado la manera en cómo nos enfrentamos a la vida en comunidad. ¿ Podrá nuestro país, en las actuales condiciones, seguir aguantando la fuerza del modelo neoliberal tras décadas de tortura? ¿ Cuanto más se soportará antes que el desarrollo ilimitado del modelo haga colapsar la institucionalidad, su funcionamiento y a los mismos torturadores? O más bien, ¿ Será necesario seguir en el apremio de la tortura?
La auto realización es hoy alteridad. La mirada que pone al sujeto en cuestión, lo sitúa hoy como un héroe antes sí y ante el otro, en la medida que responde al requerimiento –como llamado– necesario para rescatar lo que hoy se ha perdido con el desmoronamiento de las relaciones humanas. Tal como indica Hinkelameert, el asesinato es suicidio, en la medida en que el ser humano se entrega a las lógicas de calculo de utilidad. Sin embargo, esta nueva relación, que se constituye como el fundamento de una nueva manera de situarnos, sumado a una mayor conciencia, son lo que hoy nuestro Chile necesita. Es por tanto, un giro en la manera de mirar hacia donde queremos que se dirija nuestro país en educación, política, salud, economía, etc. No es destrucción, ni falta de realismo político, sino una propuesta que se concibe a partir de las resistencias y distorsiones del sistema, y que genera conciencia de lo dificultoso que sería seguir caminando por donde lo hemos hecho durante estas ultimas décadas.
A pesar de que la fuerza de las lógicas neo-líbrales hagan que el debate político actual se vea restringido a la técnica económica, la reflexión en torno al modelo de desarrollo no se puede reducir sólo a eso. Nuestro país ya no puede seguir avanzando en la medida de lo posible. Los límites de esa viabilidad técnica han sido puestos en cuestión por una serie de movimientos sociales, que han agitado los imaginarios de posibilidad, cambiando la agenda del propio gobierno en diversas materias. Siendo la centro-izquierda la fuerza política con mayores posibilidades de vencer, debiese dedicar más tiempo en reflexionar acerca de qué modelo, con qué condiciones de posibilidad, y con qué sistemas de acumulación de fuerza emprenden un camino de reformas y menos en generar imágenes transitorias de cambio sin un mapa cognitivo de largo aliento.
*Guillermo Marin Vargas, Cientista Político y Coordinador de Contenidos de Nuevociclo.cl
*Adita Olivares Jabes, Profesora de Filosofía.