La Conmemoración del Día Internacional de la Mujer, este año será muy distinto a la de 2020 donde más de 2 millones de mujeres estuvieron en las calles manifestándose. Este 8 de marzo nos encuentra como país en un momento histórico y a la vez doloroso. Histórico porque el proceso constituyente en que podemos discutir y decidir sobre quiénes estarán representándonos tendrá paridad de género, porque se va a repensar la Constitución y en esa transformación estaremos todas, todes, todos. Es un momento de esperanza pues existe la posibilidad cierta de ampliar la democracia para que todas las personas seamos realmente iguales en derechos.
Sin embargo, es un momento doloroso ya que no sólo nuestros derechos se encuentran restringidos, la pandemia ha vuelto a mostrar con crudeza la posición de las personas en la sociedad chilena y latinoamericana: aumento de la violencia de género, particularmente la violencia doméstica y hacia personas LGTBIQ+; el porcentaje de desempleo es mayor entre las mujeres; alza exponencial de la sobrecarga de trabajo y responsabilidades; impacto diferenciado entre hombres y mujeres de la brecha digital, entre tantas otras evidencias de las diferencias.
Un país que quiere avanzar en la lucha contra las discriminaciones, contra las desigualdades y las injusticias, es un país que debe incorporar transversalmente el género y la diversidad en su Constitución a lo menos. Igualdad en derechos sociales, económicos y políticos, el derecho a una vida libre de violencia, son los mínimos para una democracia plena.