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Capital simbólico negativo e intensificación del trabajo: Una reflexión sobre la integración condicionada al mercado del trabajo de los/as inmigrantes peruanos en Chile.

Por: Hugo Sir Ex-Alumno de Sociología / Promoción 2011 Capital simbólico negativo e intensificación del trabajo: Una reflexión sobre la integración condicionada al mercado del trabajo de los/as inmigrantes peruanos en Chile. Resumen: El siguiente artículo presenta una reflexión teórico-conceptual, derivada del análisis de 18 pares de entrevistas a empleadores y trabajadores inmigrantes. Se mostrará […]

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Por: Hugo Sir

Ex-Alumno de Sociología / Promoción 2011

Capital simbólico negativo e intensificación del trabajo: Una reflexión sobre la integración condicionada al mercado del trabajo de los/as inmigrantes peruanos en Chile.

Resumen:

El siguiente artículo presenta una reflexión teórico-conceptual, derivada del análisis de 18 pares de entrevistas a empleadores y trabajadores inmigrantes. Se mostrará que en el contexto general de reformas que se dan en el capitalismo, a partir de mitad de la década de los 70’s, tendiente a una creciente intensificación del trabajo e individualización de las relaciones labores y los estilos de vida, el caso de los migrantes peruanos en Chile constituye una especificación de esta tendencia. Las problemáticas particulares a las que se enfrentan, se describen como efectos de la noción de capital simbólico negativo (Bourdieu, 1999), y se sostiene que esto constituye una sobredeterminación de la tendencia a la intensificación del trabajo. Lo cual no sólo significa una “mayor intensificación”, sino que funciona como condición de posibilidad para la naturalización de la visión de mundo que se encuentra a la base de las tendencias generales descritas.

Conclusiones: (Reflexión general a partir del caso sobre la relación entre funcionamiento económico y simbólico del mercado del trabajo)

El capital simbólico negativo (CSN), en tanto impone la necesidad de legitimar el resto de los capitales, por estar desprestigiados de antemano, involucra también una sobredeterminación de la intensificación del trabajo. Se ha de mostrar cercano a unas prácticas y actitudes, que por considerarse legítimas, permiten neutralizar el efecto del capital simbólico negativo, al mismo tiempo que esa obligación es su expresión. Esto provoca que los inmigrantes se mantengan con el mismo sueldo aunque trabajen más y con una “disposición difícil de encontrar en trabajadores chilenos”, como señaló uno de los empleadores entrevistados. Esta necesidad de legitimidad, también permite que se espere y se justifique el que los trabajadores chilenos, “saquen la vuelta” y no así los peruanos, “porque no son así”, como otro empleador lo señalaba.

En un mercado laboral, que reformado en dictadura, tiende en general, al aumento de la intensidad del trabajo, las limitaciones de las posibilidades de acción que involucra el CSN, lo sobredetermina. Esto, claro, quiere decir por una parte que lo hace “más intenso”, pero también apunta a que crea las condiciones “subjetivas” para hacer aparecer unas determinadas condiciones objetivas (fruto de las luchas pasadas, y de su posición social y simbólica), como la única realidad posible.

La obligación, funda las bases, la condición de posibilidad de un acuerdo subjetivo a espalda de las condiciones objetivas. Se completa así la tendencia descrita. La instalación de las reformas en la organización del mundo del trabajo, va de la mano de la divulgación de unos principios de visión y división, que no se imponen por el convencimiento, sino a través de las coerciones tácitas y sutiles inscritas en distintos rincones de la realidad social. Cuando se analiza las entrevistas de los migrantes y de los empleadores, y se puede reconstruir este espacio a través de la coincidencia de las perspectivas, se da cuenta de una de las formas en que opera la naturalización de las reformas. Al observar sus propias trayectorias, los migrantes la ven a través de los ojos de quienes han pasado las pruebas, y en ese sentido, comienzan a describir su realidad a partir de las nuevas categorías, crecientemente individualizantes, que trasladan toda la responsabilidad del bienestar, a las decisiones y capacidades personales. De ahí, que tanto las frustraciones como las alegrías sean leídas como puntos en una trayectoria lineal, que tiende al éxito.

Esta lectura de la trayectoria que se hace a partir de los nuevos valores, que se han debido aprehender, a través de las prácticas y actitudes necesarias para neutralizar el CSN, asegura el acuerdo subjetivo, sobre lo necesario y lo deseable para “ascender” y “triunfar en la vida” (y en el proyecto migratorio). De este modo, se refuerza la intensificación del trabajo, dotando de realidad, de necesidad, de naturalidad, a la entrega a la labor exigida como condición de entrada y mantención en un mercado laboral, que siempre puede ponerlos a prueba, en tanto potenciales sospechosos. Y más aún, logra esconder la arbitrariedad en el forzado acuerdo de perspectivas. Precisamente como habíamos señalado, las nuevas condiciones laborales requieren de condiciones subjetivas que se desprendan de la situación objetiva. La obligación a la adopción de ciertas prácticas, actitudes y, en el fondo, valores, que conlleva un CSN, traslada el centro de gravedad a las subjetividades y los individuos, propiciando la intensificación del trabajo, debilitando las defensas del mundo laboral.

La sobredeterminación del CSN, no es sólo el hecho de que se haga trabajar más en el mismo tiempo, ni siquiera que por un trabajo se les pague menos, dadas las dificultades de protestar que tienen los migrantes. Sino que es la manera en que aquella obligación permite el acuerdo subjetivo entre empleadores y trabajadores, y en la lectura de la propia trayectoria, provocando la naturalización de las prácticas de intensificación del trabajo, y propiciando que de la existencia de una ideología dominante, se pase a lo que Boltanski llama una dominación sin ideología (2008). El elemento “moral” del que hablaba Marx, tan útil en la intensificación del trabajo, no sólo se impone a raíz de una posición social y simbólica de marginación, sino que desaparece en su arbitrariedad merced a esta sutil coerción objetiva hacia la performance de prácticas que intensifican el trabajo y estimulan una internalización de formas de ser, y de ver el mundo, que tienen a este tipo de relaciones y exigencias laborales, como las únicas posibles y legítimas. Se trata de un grado sofisticado de dominación ideológica, aquel punto en que la ideología se ha fundido con las exigencias de la vida práctica.

 

 

 

 

 

 

 


[1] Trabajo realizado en gracias a la investigación llevada a cabo en el proyecto FONDECYT 1100793: “Trayectorias Laborales de los Inmigrantes Peruanos en Chile: Estrategias de estructuración de la movilidad ocupacional ascendente”. Quisiera agradecer a las investigadoras Claudia Mora y María Emilia Tijoux, responsables del proyecto, así también al resto del equipo: Javiera Pizarro, Natalia Maldonado y Priscilla Carrasco, por las discusiones, debates y trabajo, que dieron origen a estas reflexiones. Al mismo tiempo, quedan liberadas de cualquier responsabilidad sobre los errores y omisiones.

 

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