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Nuevo número Revista Intervención: “El potencial transformador aún nos pertenece”

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El mes de diciembre fue publicada una nueva edición de la revista del Departamento de Trabajo Social, publicación que este 2021 cumple 10 años de trayectoria. (Ver transmisión del conversatorio realizado en torno a la revista) Este número se titula “El potencial transformador aún nos pertenece” y contiene 7 artículos, una entrevista y una reseña. Ver aquí la publicación

 

Editorial por Fabiola Miranda:

Sin lugar a dudas, este año hemos sido partícipes de cambios profundos en nuestra historia. Luego del plebiscito del 25 de octubre de 2020, en donde se impuso por amplia mayoría la opción del “apruebo”, el escenario sociopolítico no ha dado tregua y no nos ha dejado de sorprender en todos los sentidos.

Después de muchos años de vida republicana, en mayo pasado y en medio de la pandemia por Covid-19, se realizaron simultáneamente tres comicios , donde por primera vez fueron elegidos, de manera directa, Gobernadores y Gobernadoras Regionales. Por cierto, la elección de Convencionales Constitucionales se realizó bajo un sistema de paridad (Zuñiga, 2018; OEA, 2013; Archenti y Tula, 2014), con escaños reservados para los pueblos indígenas y con listas de independientes. Ciertamente, se trató de un proceso inédito en nuestra historia institucional. No obstante, mayor sorpresa causaron sus resultados.

A diferencia de todos los procesos electorales que hemos tenido, los partidos políticos no lograron figurar como los grandes protagonistas. Sobre todo, significó un retroceso electoral para aquellas fuerzas que pactaron nuestra Transición y constituyeron una suerte de duopolio durante los últimos 30 años. En efecto, los aires de renovación fueron traídos por las fuerzas independientes, provenientes de movimientos sociales, en los comicios tanto para convencionales constitucionales como para alcaldes y alcaldesas. En el caso de estas primeras elecciones, de los 155 miembros, 48 convencionales postularon por listas independientes de partidos, es decir, el 31% del total. Esto sin considerar que hubo 40 personas electas que también se presentaron de manera independiente bajo el amparo de alguna colectividad partidista, más allá su tendencia política. De este modo, como lo detalla el Observatorio Nueva Constitución la cifra de independientes se elevó al 64%. Lo anterior, sin contar los escaños reservados para pueblos indígenas. En suma, solo 50 convencionales de los que hoy componen la Convención militan en partidos políticos formales. La elección de ediles, por su parte, dio cuenta de un fenómeno similar, al duplicar la cantidad de alcaldes y alcaldesas independientes. Se pasó de 52 alcaldías en 2016 a 106 para las elecciones de 2021 (Matus, 2021). Todas estas son muestras de nuevos aires para un Chile que se refunda en plena crisis mundial.

Con todo, los caminos nunca han sido fáciles. Hoy más que nunca, y luego de lo que significó el reencuentro en las calles de la ciudadanía tras décadas de retraimiento individual, producto de un sistema que promueve ese ensimismamiento mediante la explotación cotidiana, el abandono del Estado y el consumismo, el modelo neoliberal vuelve a entrar en crisis (Aste Leiva, 2020). Las consignas del “Chile Despertó” hacen eco fuertemente a un Chile cuyo miedo despertó (Jiménez-Yañez, 2020). Es el miedo a la incertidumbre, el miedo que muchas veces se viraliza. Como se señala en el lenguaje de los mass media, con un click, con solo un tweet, provoca hoy por hoy una polarización importante (Beltrán, Jara-Reyes & Faure, 2021). Eso requiere ser observado y analizado disciplinar y sistemáticamente, para entender cómo actúa y qué efectos pueden tener en quienes participamos de esta sociedad y creemos en la democracia y el respeto irrestricto de los derechos humanos.

Durante las campañas presidenciales, se observó un escenario de polarización importante donde la ciudadanía estaba dividida frente a las elecciones. El resultado del pasado 19 de diciembre no solo dio cuenta de los miedos que aún acechan a nuestra sociedad. Asimismo, confirma una polarización que, luego de los resultados del “apruebo”, como cientistas sociales no habíamos sido capaces de seguir más atentamente.

El Presidente electo, Gabriel Boric Font, siendo el mandatario más joven de la historia de Chile, asumirá un gobierno lleno de desafíos. El primero, y no menos importante para su gobernabilidad, tiene relación con la composición misma del Congreso. La correlación de fuerzas está relativamente pareja y, por lo mismo, se tendrá que negociar. Por esta razón, ambos candidatos se preocuparon de mostrar, desde que pasaron a segunda vuelta, una imagen ad hoc a esta circunstancia: una imagen tendencia a la moderación y dispuesta a llegar a acuerdos. El excandidato y hoy Presidente sabe que la implementación de su programa en gran medida no dependerá de sus propias fuerzas, sino de acuerdos, incluso con quienes no son parte de sus coaliciones o forman parte del universo de independientes.

Sin duda, el trabajo es clave, ya que es un trabajo no solo político, también social. Se necesita revertir la baja legitimidad que cuenta actualmente nuestro sistema político, sobre todo luego de un gobierno que se ha puesto en entredicho, a tal punto de vislumbrar la posibilidad de la renuncia presidencial. Por lo mismo, uno de los desafíos más importantes es lograr una aprobación ciudadana transversal, que dé cuenta de la profundización de la democracia y que devuelva a las personas la confianza en las instituciones y en los proyectos políticos. En suma, se necesita que las personas vuelvan a creer en el Estado, se vuelvan a sentir parte de una comunidad política de la cual por tantos años se han sentido ausente. Ese sí que es un desafío.

El primer artículo que presenta nuestra revista Intervención lleva por titulado «Entre prácticas higienistas y eugenésicas: las políticas públicas chilenas de veraneo popular en los 1940», y es de autoría de Gonzalo Santander y Antoine Faure. Desde una perspectiva histórica, este texto indaga en cómo el Estado se hizo cargo de fomentar el veraneo y garantizar el acceso de las clases populares a esos espacios de esparcimiento, durante los gobiernos frente-populistas. En medio del proceso constituyente, se trata de una contribución que, desde el pasado, pone sobre la mesa una discusión que articuló y sigue articulando las distintas trincheras políticas. En efecto, el rol del Estado y, sobre todo, su carácter social es uno de los ejes centrales del debate sobre nuestro modelo de desarrollo, hoy llamado a transformarse.

El segundo escrito se titula «Feminicidios en Chile: representaciones sociales construidas por sujetos masculinos heterosexuales de la Región Metropolitana», y sus autoras son Monserrat Márquez y Mª Consuelo Catalán. Desde lo que ha implicado la crisis sanitaria provocada por la pandemia, este trabajo investiga cuáles son las representaciones sociales que manejan sujetos hombres en torno a las violencias basadas en género. De este modo, nos muestra cómo los medios de comunicación y el entorno, inscritos en un sistema neoliberal de corte patriarcal, se esgrime como un modelo que sustenta una cierta construcción de masculinidades hegemónicas en detrimento de mujeres. Para ello, hace énfasis en el factor contextual, intentando explicar los motivos que llevan a explicar los asesinatos de mujeres por parte de hombres, a partir de distintas variables.

En tercer lugar, se ubica el artículo de Javier Reyes-Martínez, «Victimización y miedo al crimen en Latinoamérica: ¿cómo se relacionan con el bienestar subjetivo?». Tal como indica su título, nos da una respuesta a la pregunta sobre el bienestar subjetivo, a partir de un análisis de regresión logística ordinal en base a los datos del Latinobarómetro 2018 (N=20204). Las conclusiones indican resultados diferenciados de los efectos de la victimización, los cuales tienen implicaciones en la política pública, así como en el diseño de programas e intervenciones dirigidas a la atención de víctimas.

El cuarto artículo es de Manuel W. Mallardi y se titula «Planificación situacional y Trabajo Social: contribuciones teóricas- metodológicas para la elaboración de proyectos sociales». Aquí, su autor presenta un conjunto de reflexiones en torno a los fundamentos de la planificación situacional y sus aportes a los procesos de intervención profesional. Para ello, toma como marco de referencia los principales núcleos analíticos de la propuesta situacional desarrollada por Carlos Matus, junto con las particularidades de sus momentos constitutivos: explicativo, normativo, estratégico y táctico-operacional.

Finalmente, y muy acorde al contexto, encontramos el escrito de Catalina Ruz Escobar, titulado «La multitud operante: distinciones para analizar el nuevo escenario político y social». En él, entiende la dimensión del cuerpo como una expresión de lo múltiple y contemporáneo en cuanto a la expresión política. Así, ubica a la comunidad como una co-extensión de la multitud, en la medida que esta ha sostenido la manifestación social y ha asumido la dimensión múltiple de la revitalización de la organización social horizontal. Desde la óptica de la intervención social, se recurre a la cartografía social y a la necesidad de atender a las demandas de la multitud considerando las esferas de la macropolítica y la micropolítica.

Frente a todos los procesos socio-políticos que estamos viviendo, y que dan cuenta los presentes manuscritos desde sus distintas ópticas, podemos señalar que la revuelta popular vino a enseñar algo muy importante: en este país, quien quiera gobernar de manera democrática, ya no puede hacerlo sin la ciudadanía, ya no se puede desatender la opinión popular. La ciudadanía ha hablado fuerte y claro en las urnas estos últimos años. Finalmente, ha impuesto su agenda.

Se deben terminar los años donde todas las decisiones se tomen de manera vertical y a puertas cerradas. Si existen proyectos que no comprendan dicha lección, comenzarán con una crisis de base. Las minorías dejaron de ser minorías. Las actorías políticas se juegan no solo en los partidos, también en las causas que moviliza el pueblo que se organiza. Pueblo o ciudadanía, como prefiera llamársele, si bien ha modificado su manera de encuentro, se ha desmovilizado a raíz de las divisiones y fragmentaciones que generó el Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre en su momento (y que más tarde dio paso al actual proceso constituyente), además de la pandemia por el Covid-19.

Sin embargo, no todo está perdido. La revuelta popular es, sin lugar a duda, una de las más importantes de nuestra historia. Ella rinde cuenta de cómo las juventudes fueron capaces de hacer un llamado general en la politización de la sociedad chilena. Hoy por hoy, la política está en el debate cotidiano de todas y todos, existiendo amplios cuestionamientos a los modos de gobiernos, a los proyectos y, sobre todo, al modelo socio-político que se instauró en Chile con firmeza desde los años 1980, el neoliberal. El potencial transformador aún nos pertenece y debemos ver hacia dónde avanzar de manera colectiva. No solo nuestro un país requiere cambios profundos, también un continente que pide mayor garantía y ejercicio de sus derechos.

 

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