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COLUMNA DE OPINIÓN DE PABLO SALVAT EN COOPERATIVA | AGUA-FIESTAS

¿No le parece paradojal estimado lector/lectora? Resulta que al paso que vamos tendremos que rogarle a los santos y todas las vírgenes que por favor no llueva tanto, ni arriba en la cordillera ni acá abajo. ¿Por qué? Porque  confunde y enturbia el negocio privado del agua pues, y nos deja a cientos de miles, sin […]

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¿No le parece paradojal estimado lector/lectora? Resulta que al paso que vamos tendremos que rogarle a los santos y todas las vírgenes que por favor no llueva tanto, ni arriba en la cordillera ni acá abajo. ¿Por qué? Porque  confunde y enturbia el negocio privado del agua pues, y nos deja a cientos de miles, sin poder acceder al vital elemento.

Y eso que el desierto de arenal y tierra llega ya a toda la zona centro del país. Oiga, pero si usted se atrasa en el pago de las cuentas de agua o similares,  ay, a enfrentar las consecuencias.

¿Pero, de dónde viene esto? ¿Sólo del cambio climático, como gustan repetir algunos? De manera algo acomodaticia claro está.  Para unas cosas, existe el cambio climático, para otras, es un invento de  ecologistas, medioambientalistas, cuando no de izquierdistas.

El cambio climático, provocado por la acción humana es un factor explicativo. Pero el otro, no tenemos que olvidarlo, hunde sus raíces de nuevo hay que decirlo, en la dictadura cívico-militar y la imposición de su modelo neoliberal mercadista.

Para este modelo, no era ni útil ni bueno que el agua siguiera en manos del Estado y sus instituciones, es decir, del conjunto del país. No pues. Así como tampoco la educación, la salud, las pensiones, etc. El dogma decía, hay que privatizar todo lo que se pueda. Es decir, mercantilizarlo todo (para mayor gloria y poder de los más ricos obviamente).

El agua, vital elemento, no es un bien a tener y administrar en función del común, no pues. El agua puede convertirse en una mercancía más, como las pelotas de fútbol, las acciones, los árboles, el casino, las drogas,  etc. Y, claro, se puede dejando de lado esta verdad concreta: el humano no puede vivir ni sobrevivir sin acceso a ese vital elemento, por tanto, no  es algo opcional, de  “libre” elección.

Tal como tampoco es meramente opcional alimentarse o no. Fíjese, caen unos milímetros en la medianía de la cordillera y el modelo de negocio privado del agua ¿fracasa?

No hacen las inversiones que deben hacer, porque les arruina su tasa de ganancia seguramente, y entonces debemos pagar el conjunto de los ciudadanos pasando casi dos días o más sin agua. Al mismo tiempo, gran negocio de ventas del agua envasada pero ésta también escasea en los supermercados. Lindo cuadro de eficiente modernización neoliberal.

Al menor traspié o situación imprevista, se acabó la eficiencia y la maravilla de la “mano invisible”.  Olvidamos  como sociedad, respecto a este tema,  que en el presente y futuro próximo  los entendidos sostienen que las guerras se darán en torno al agua y sus derechos.

Porque el agua que puede consumirse por el humano está disponible en  cantidades insuficientes, a pesar de estar rodeados de océanos y mares.

No hay que olvidar que  el 2008, a pesar del supuesto éxito de la globalización neoliberal,  habían  884 millones de personas que no tenían acceso a agua potable (OMS/UNICEF), con las consecuencias previsibles.

Por tanto una de nuestras tareas es recuperar el señorío público sobre el agua y su manejo, entendido como un bien común imprescindible y no mercantilizable.

Sin embargo, a qué se dedican nuestras elites? Qué les inquieta, más allá del Festival de Viña, del “horror” vivido por  la Sra. Aylwin al no poder viajar a la idílica Cuba, o de las candidaturas presidenciales de los mismos de siempre? Juzgue usted mismo, lector/lectora.

 

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