En el marco de la conmemoración del día internacional de lucha contra el VIH/sida, que se lleva a cabo el 1 de diciembre de cada año, quisiéramos compartir y reflexionar, sobre esta crisis que viene desde hace años afectando el país, y que no ha hecho más que profundizarse, por las aún tímidas medidas y escasos recursos que se le destinan en términos de presupuesto público, por la falta de Educación Sexual Integral (ESI) desde los primeros niveles de escolarización, por la estigmatización de las personas que viven con VIH, entre otros.
Luego del denominado “estallido social” comenzado el 18 de octubre de este año, diversas demandas sociales en torno a las desigualdades se han tomado el espacio público. La palabra dignidad se ha escuchado con fuerza en las calles, mostrando el agotamiento de un modelo que ha tenido como consecuencia la grave crisis social que experimenta el país en estos días. Lo anterior, ha dado paso a distintos debates sobre el rol de participación de la ciudadanía en espacios políticos como un actor clave de las negociaciones en acuerdos, ya que su participación implicaría revestir de legitimidad las decisiones que actualmente se están discutiendo. Entre una de ellas, se considera una de las grandes “ganancias” momentáneas la apertura del debate hacia una Nueva Constitución, pese a los cuestionamientos sobre los mecanismos de operatividad del proceso que se están generando en estos días, tal debate era un impensable hace menos de un mes y medio, sobre todo bajo el contexto de un gobierno de derecha que agrupa un sector conservador importante que se opone a los cambios en el sistema político y social que opera en Chile hace más de cuarenta años.
Con todo, como ciudadanía nos hemos permitido soñar el Chile que queremos, no tan solo en un corto o mediano plazo, sino como proyecto de sociedad en un futuro, que pueda ser heredable a nuevas generaciones. Los Cabildos y Asambleas ciudadanas han vuelto a hacer resurgir el espacio de lo colectivo, por sobre el individualismo exacerbado, que se fue haciendo cada vez más fuerte, incluso desde el retorno a la democracia. Es así, como distintas organizaciones sociales han intentado sistematizar demandas a partir de las causas que las mueven, y que en algunos casos —se espera— sean consideradas en el proyecto de Nueva Constitución.
Es importante notar que las demandas por mejorar y garantizar por parte del Estado el derecho a la salud, han sido y continúan siendo transversales desde distintos sectores sociales y políticos. De este modo, estos días se han transformado en una temática ampliamente cubierta por los medios de comunicación a partir del informe de la Fiscalía Nacional Económica, comenzado en abril y socializado en el mes de noviembre, luego que se diera a conocer su preocupación por la desproporción de los precios de los medicamentos entre aquellos bioequivalentes y los de marca. El acceso a la salud en condiciones de igualdad, es y seguirá siendo un tema de suma importancia y un desafío que tendrá que afrontar el sector político ahora y en los próximos años por su calidad de urgente.
Es por todo lo anterior, que en el marco de la conmemoración del día internacional de lucha contra el VIH/sida, que se lleva a cabo el 1 de diciembre de cada año, quisiéramos compartir y reflexionar, sobre esta crisis que viene desde hace años afectando el país, y que no ha hecho más que profundizarse, por las aún tímidas medidas y escasos recursos que se le destinan en términos de presupuesto público, por la falta de Educación Sexual Integral (ESI) desde los primeros niveles de escolarización, por la estigmatización de las personas que viven con VIH, entre otros.
Si bien es bueno problematizar el efecto nacional que han producido las políticas del miedo y el desamparo en el discurso público, deshabilitando la acción conjunta en materias de VIH/sida, urge plasmar las demandas urgentes de las personas viviendo con VIH. Sobre todo, al tomar en cuenta que, aun cuando en el año 2001 fue publicado el artículo 1º de la Ley 19.779 donde se establece que el VIH/sida es un asunto de interés nacional y que es deber del Estado su control, prevención y diagnóstico a través de políticas públicas, queda en evidencia que los planes de acción y los mecanismos de atención de urgencia en toques de queda o desastres naturales no son suficientes.
Aún no se abordan las violencias institucionales por parte de funcionarios relacionados al área de la Salud y el VIH/sida. La capacitación de ellos y de estudiantes en formación en aspectos sociales del virus es fundamental para fomentar: atenciones más agradables y no discriminatorias, y la empatía que merece una persona asustada que recibe un diagnóstico en un país con una educación sexual deficiente. Se debe trabajar en las formas en las que el discurso público moldea las vidas seropositivas (sobre todo en el uso del lenguaje), posibilitando el escape de conceptos erróneos y estigmatizantes y abriendo, a su vez, una vía de reparación, forzando la producción de nuevos circuitos sociales y afectivos.
Este cambio curricular respondería incluso a lo que entiende ONUSIDA por Prevención Combinada, donde se intenta descubrir el punto de intersección de los patrones de riesgo, de forma que se amplía la visión no tan solo a soluciones biomédicas, sino comportamentales y estructurales desde una perspectiva de Derechos Humanos. Es decir, abordar el VIH y el autocuidado no debe centrarse tan solo en el uso del condón (sea fálico o vaginal) y el lubricante. Debe contemplar factores sociales y políticos (descriminalización de la transmisión, condiciones óptimas en los sistemas de salud, calidad de vida, asesoramiento de gestión de riesgo, etcétera), así como los individuales (edad, género, orientación sexual, nivel educacional y socioeconómico, etcétera).
Deben existir campañas visibilizando a personas viviendo con VIH. Dada su inexistencia, entre líneas puede leerse algo bastante desalentador: si adquieres el virus desapareces del cuerpo social, no eres considerado sujeto productivo y estás, peligrosamente, cercano a la muerte (basta con observar las preexistencias en Isapres). Las campañas han sido discontinuas y no han sido dirigidas a públicos con códigos específicos, de modo que los mensajes generalizados no han logrado increpar a nadie. Pensar en este tipo de campañas serviría para aumentar la adherencia e indetectabilidad como prevención secundaria y vincularía al resto del país que no vive con VIH al enseñarles que una persona que adhiere responsablemente a su tratamiento posee nulas posibilidades de transmitir el virus a otra persona.
El silencio y la falta de medidas por parte de los distintos gobiernos, y especialmente las irresponsabilidades enmarcadas en estos dos últimos años (culpabilización de inmigrantes y la pastilla del día después, frenos para avanzar en materia de ESI, no preparación de profesionales que trabajan en materia de ITS y VIH), es solo un recordatorio que quisiéramos traer aquí. No tan solo la ciudadanía ha hecho un llamado a evadir, son en muchos casos nuestras propias autoridades las que han evadido la crisis, teniendo esto como consecuencia el descontrol que se vive en materia de salud y específicamente en materia de prevención y tratamiento del VIH/sida. Finalmente hacemos un llamado irrestricto, como se ha escuchado estos días, al respeto de los Derechos Humanos (y, con ello, Derechos Sexuales y Reproductivos), porque el acceso a la salud no puede quedar suspendido bajo ninguna circunstancia y esperamos que este 1 de diciembre sea un día donde el derecho humano a la salud se transforme en un tema crucial en el porvenir.
Artículo en: https://www.eldesconcierto.cl/2019/12/01/evadirlo-todo-excepto-la-crisis-1-de-diciembre-dia-internacional-de-lucha-contra-el-vih-sida/