Por Sebastián Kaufmann*
Profesor del Departamento de Filosofía de la U. Alberto Hurtado.
Introducción de un artículo publicado en la revista Persona y Sociedad, Vol. XXV n° 1 2011, pp. 75– 87.
Introducción
El tema de la multiculturalidad se ha vuelto crecientemente importante en los últimos años. Hoy somos mucho más conscientes de que vivimos en sociedades multiculturales. La migración ha cambiado la fisionomía demográfica de las culturas. Los extranjeros que van habitando los nuevos lugares traen sus propias culturas, aumentando la diversidad. Pero las culturas no solamente se vuelven más diversas por razones externas, sino también hay procesos internos que las vuelven más multiculturales. Con la globalización de los medios de comunicación, las influencias globales van permeando a las culturas, creando subculturas al interior de ellas.
Al mismo tiempo, nos hemos ido haciendo más sensibles a la diversidad cultural que desde siempre nos ha acompañado, especialmente la diversidad cultural que aportan las distintas etnias y los pueblos indígenas. Esto va cuestionando la supuesta homogeneidad cultural que muchas sociedades han creído tener. Paradójicamente, mientras más global se vuelve la cultura, al mismo tiempo nos volvemos más conscientes de la diversidad cultural. La globalización, así, aparece como un líquido de contraste que permite que se destaquen los distintos relieves que representan las culturas.
La multiculturalidad es un hecho innegable. Por lo mismo, más que profundizar en esta descripción, es interesante detenernos en los desafíos que se nos plantean. Por ejemplo, la multiculturalidad presenta desafíos para la convivencia al interior de las sociedades; en el caso de Europa se observan tensiones entre la cultura local dominante y las culturas inmigrantes. Asimismo, la multiculturalidad nos presenta desafíos económicos, tales como la integración al mercado de grupos disímiles con expectativas y necesidades variadas. También se producen problemas desde el punto de vista de la identidad, tales como la conformación de la identidad de sociedades multiculturales o si acaso es válido privilegiar una identidad sobre otra.
Todos estos problemas son de naturaleza ética. Las sociedades multiculturales nos exigen pensar la forma adecuada de articular la convivencia en su seno y desafía a las categorías que tradicionalmente hemos manejado.
En este artículo me propongo analizar el problema de la multiculturalidad desde la perspectiva ética. Sostendré que el paradigma ético adecuado para enfrentar el problema de la multiculturalidad es el paradigma del reconocimiento.
La primera tesis que propongo es que el paradigma ético liberal ha entrado en crisis en algunos de sus pilares fundamentales, tales como el individualismo y la idea de igualdad liberal. La segunda tesis que sostendré es que el multiculturalismo desafía al paradigma ético liberal –especialmente en lo que se refiere a las ideas de individuo e igualdad–, en la medida en que los problemas que la diversidad cultural suscita difícilmente pueden ser abordados desde una concepción política individualista e igualitarista.
La tercera tesis de este trabajo es que el paradigma ético adecuado para pensar el problema de la multiculturalidad es el paradigma ético del reconocimiento, especialmente en tanto la idea de reconocimiento tiende a subsanar los prejuicios liberales individualistas y desafía la idea de igualdad liberal. Finalmente, plantearé algunas ideas críticas en torno a los límites de la ética del reconocimiento.
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* Sebastián Kaufmann es licenciado en Filosofía y abogado Pontificia Universidad Católica de Chile; máster y doctor en Filosofía Marquette University, Milwaukee, EE.UU. Académico Departamento de Filosofía Universidad Alberto Hurtado. E-mail: skaufman@uahurtado.cl.