Por Francisco Vidal
Profesor de la Escuela de Periodismo
Columna publicada en el diario La Tercera, 24 de junio de 2011
A propósito de la agenda “social” de la administración de Sebastián Piñera, y frente a las críticas de la oposición a esta agenda por considerarla débil, precaria, insuficiente y frustrante, el gobierno y la derecha argumentan que la crítica es injusta e incoherente, porque estos proyectos no fueron asumidos en su tiempo por los gobiernos de la Concertación. Creo que es bueno precisar estos hechos.
La agenda “social” de la derecha contempla cuatro proyectos: el bono de las bodas de oro, el ingreso ético familiar, el 7% de los jubilados y la ampliación del posnatal. Reconozco en el primero una genuina creatividad de la derecha no pensada por la Concertación, pero también es deber reconocer que ese proyecto hoy es ley producto de la intervención del Parlamento que despejó toda letra (chica) inicial.
En relación al segundo proyecto no es más que la continuidad y profundización del Chile Solidario, creado bajo la administración Lagos. Con respecto al 7%, la administración Bachelet priorizó la reforma más sustantiva para la tercera edad: la reforma previsional, y en consecuencia, era natural que después de esa sustantiva reforma -con un costo en régimen de US$ 2.500 millones- se abordara el 7% para los jubilados. Durante 2009 este tema fue debatido en el comité político. Varios ministros eran partidarios de enviarlo al Parlamento; sin embargo, considerando la situación económica, se decidió su postergación.
Con respecto al posnatal, es el paso natural posterior a la reforma más importante en el sector salud desde la década del 50 del siglo pasado: el Auge, iniciado en la administración Lagos y consolidado en la administración Bachelet. En las últimas dos referencias, parlamentarios de la Concertación reivindicaron la necesidad de enviarlos al Congreso.
Dicho todo lo anterior, la crítica política a la agenda “social” de la derecha mantiene su plena vigencia. El costo financiero de ésta -en su versión original- implicaba US$ 520 millones, un chiste considerando que sólo las utilidades de la banca en enero y febrero de este año alcanzaron la misma cifra. Pero la insuficiencia y la precariedad van más allá. De haber triunfado la Concertación en 2010, no les quepa duda de que el 7% de los jubilados hubiera alcanzado de forma inmediata al 80% de este estamento, y la ampliación del posnatal hubiera implicado un aumento sustantivo de la cobertura. Las políticas sociales de la Concertación, si bien se caracterizaban por su gradualidad, trataban de impactar al mayor número de personas.
Cualquier reforma social de verdad, seria, profunda, en el Chile de hoy, y manteniendo la responsabilidad fiscal, requiere una modificación tributaria sustantiva, que, estructuralmente, un gobierno de derecha está impedido de efectuar. Sólo un gobierno amplio de centroizquierda, que agrupe a toda la oposición, está en condiciones políticas, sociales y económicas para enfrentar ese desafío. Desafío inherente al ajuste que requiere la sociedad chilena, y que consiste en que, junto al crecimiento logrado y la disminución de la pobreza, es imprescindible romper la desigualdad. Ese es nuestro “relato”: un país más justo. Nos vemos el 2013.