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8M: Día de conmemoración y reflexión. No queremos regalos queremos derechos

Fuente: CIPER Es común que al acercarse el 8 de marzo hombres cercanos a nosotras, familiares, compañeros de trabajo o amigos, expresen confusión sobre cómo saludarnos ese día. Expresiones como “no sé si decirte feliz día”, o la pregunta “¿te enojas si te doy un regalo?”, son recurrentes. Estas situaciones responden al desconocimiento del origen […]

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Fuente: CIPER

Es común que al acercarse el 8 de marzo hombres cercanos a nosotras, familiares, compañeros de trabajo o amigos, expresen confusión sobre cómo saludarnos ese día. Expresiones como “no sé si decirte feliz día”, o la pregunta “¿te enojas si te doy un regalo?”, son recurrentes. Estas situaciones responden al desconocimiento del origen del 8M, por lo tanto, no nos podemos olvidar de su génesis que se relaciona con las huelgas de las trabajadoras textiles en Nueva York, especialmente las de 1857 y 1908, quienes se manifestaban contra las largas jornadas laborales, bajos salarios y condiciones insalubres. A lo largo de la historia, las mujeres han luchado por sus derechos, enfrentando represión y violencia, y algunas han perdido la vida en este proceso, sin embargo, han dejado legados imborrables y han abierto puertas de hierro.

En el año 1977 la ONU declara el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer con el objetivo de impulsar a nivel mundial acciones en favor de la igualdad de género y fomentar la adopción de políticas y medidas concretas para garantizar los derechos de las mujeres. Por lo tanto, más que un día de celebración es de conmemoración de la lucha de las mujeres por la igualdad, donde no pedimos favores ni privilegios, sino que demandamos lo que merecemos: el pleno reconocimiento de nuestros derechos, no por concesión, sino aquello que nos corresponde por justicia. De este modo, el 8M se trata de un día para abrir un debate transversal entre diversos sectores sociales y políticos. De hecho, el lema que ha propuesto la ONU para este año es: “Para TODAS las mujeres y niñas: Derechos, Igualdad, empoderamiento”.

Reclamar derechos quiere decir que el Estado tiene la responsabilidad de crear leyes efectivas que protejan a las mujeres, combatan la discriminación y garanticen la igualdad de género. Por ello, uno de los aspectos relevantes es necesariamente derribar el techo de cristal que nos impide a las mujeres acceder a los puestos de liderazgo e influencia, en que realidades como el sexismo y la misoginia son delitos que afectan profundamente la autoestima y la confianza de las mujeres, sumergiéndolas en un silencio y miedo que les impide alzar su voz. El sexismo, en todas sus expresiones, se manifiesta en la discriminación basada en el género, y la misoginia, el odio hacia las mujeres, los que perpetúan estereotipos y prejuicios que nos relegan a una posición de inferioridad. Ambas actitudes socavan nuestra dignidad y limitan nuestro desarrollo, creando un ambiente en el que las mujeres se sienten impotentes para denunciar las injusticias que enfrentan.

Sabemos que el mandato patriarcal está profundamente enraizado en las estructuras e instituciones de nuestra sociedad y operan en todos los ámbitos de la vida, privada y pública, constituyéndose en un aparataje sostenido por la complicidad masculinista. De allí la importancia de contar con un sólido cuerpo legislativo que proteja, prevenga y otorgue penas ejemplares en el caso de delitos, pero que también permita abrir oportunidades de desarrollo para todas las mujeres en las distintas etapas de la vida.

Por su parte, la lucha por la igualdad es una batalla y un desafío constante que debemos enfrentar con la firme convicción de que nuestras voces deben ser escuchadas para obtener la dignidad que merecemos. Un aspecto arraigado que no podemos tolerar es la complicidad de aquellos que, sabiendo lo que ocurre, deciden mirar hacia otro lado. Esto ha sucedido a lo largo de la historia y ha sido un ataque constante contra nuestra dignidad, autoestima y amor propio, tratándonos como objeto de propiedad en lugar de reconocer nuestra autonomía y derechos, porque la igualdad de género es una cuestión de justicia, de dignidad humana, y todas las mujeres tenemos el derecho a vivir en un mundo en el que se nos respete y se nos valore como iguales.

Creemos que, para lograr una verdadera igualdad, es necesario transformar las mentalidades, es decir, se requiere un cambio cultural, proceso lento y difícil de lograr, tal como lo confirma la historia. En ello, los movimientos sociales tienen un rol fundamental al poner en discusión y en el debate social, las disconformidades respecto a las arbitrariedades inmorales hacia las mujeres. Esto se logrará a través de los movimientos sociales disconformes con las arbitrariedades inmorales hacia las mujeres. Esto, debe reflejarse en todos los ámbitos: salarios, trato respetuoso y en el acceso a posiciones de alta responsabilidad. Las mujeres debemos tener las mismas oportunidades que los hombres para alcanzar nuestro máximo potencial, que, aunque lo desplegamos, no son consideradas o son minimizadas. Lo anterior, no solo debe quedarse en instalar socialmente la alerta frente a lo que acontece y abrir el debate, pues bien sabemos que el proceso no acaba ahí. El trayecto implica esfuerzos constantes para situar ese debate en la agenda pública, que se constituya en política pública dotada de marco legal y presupuesto real, para facilitar su aplicación y fiscalización respecto de su cumplimiento.

Para lograr lo anterior, las mujeres debemos empoderarnos en los diversos territorios. Esto implica ejercer nuestro derecho a decidir, participando activamente en la vida política y eligiendo a quienes nos representan. Creemos que la democracia debe ser inclusiva y participativa. Las mujeres somos fundamentales en este proceso, ya sea desde la militancia partidista o bien como sujetas políticas que empujan los cambios sociales desde abajo, desde la cotidianeidad, haciendo en colectivo, de forma sorora, construyendo para el hoy, con vistas al mañana. Para lograrlo, la educación se convierte en una herramienta clave, por tanto, se hace urgente una educación que combata el machismo y cuestione los estereotipos de género, promoviendo el respeto y la igualdad.

Por lo tanto, no queremos regalos porque no es un día de celebración, queremos el reconocimiento y garantías de nuestros derechos, porque legítimamente nos corresponde tener igualdad de oportunidades y empoderarnos como mujeres en la construcción de la historia, una historia renovada con un nuevo pacto sin idearios patriarcales, en donde las lógicas feministas permitan dotar de real sentido la expresión conjunta de ¡Nunca más sin nosotras!

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