Polémica ha generado el proyecto edificio Plaza de los Sacramentinos, una iniciativa inmobiliaria ubicada en calle Santa Isabel -entre Arturo Prat y Serrano- que llamó la atención principalmente por su forma alta y angosta, similar a esas obleas de origen belga llamadas waffles.
De acuerdo a los antecedentes del proyecto publicados en Portal Inversionista, la estructura está emplazada en un lugar muy accesible, cerca de tres estaciones de Metro, y tiene un total de 90 departamentos distribuidos en 10 pisos.
El edificio ofrece siete tipos de departamentos distintos, que van desde 25.15 a 46.67 metros cuadrados. El más pequeño es de tipo studio, es decir, posee sólo un ambiente y no hay separación entre dormitorio, living, cocina y comedor. El resto tiene sólo un dormitorio y un baño, salvo el más grande de ellos, que tiene dos de cada uno.
De acuerdo a la página Athink.cl, el diseño estuvo a cargo del arquitecto Luis Carreño de la constructora CE, y el edificio fue entregado durante el segundo semestre del 2020. En dicha plataforma también se señala que el precio del departamento más pequeño es de 2.130 UF, equivalente a más de 62.5 millones de pesos (puedes revisar los planos de cada uno de los departamentos a continuación).
Desde la parte sur se puede apreciar mejor la forma del edificio, más parecido a un pastel que a un waffle, ya que su estructura no es plana, sino que se va haciendo cada vez más angosta de oriente a poniente. De este modo se permite distribuir los departamentos de distinto tamaño a lo largo de avenida Santa Isabel, y con una vista única hacia la iglesia Los Sacramentinos.
Uwe Rohwedder, director de la Escuela de Arquitectura de la U. Central, es tajante sobre este tipo de edificios: “Esto no es buena arquitectura, no es una buena forma para vivir. Yo espero que no sean exalumnos míos los que diseñen estos edificios, porque más allá de calificarlos de bonitos, feos, largos, altos. Más allá de lo estético, donde más de alguno puede encontrar que es un alarde estructural o un desafío de diseño hacer un edificio en poco espacio y con esa altura, me preocupa que estemos degradando nuestra forma de vivir”.
Loreto Rojas Symmes, directora del Departamento de Geografía de la U. Alberto Hurtado y una de las principales investigadoras del fenómeno de los guetos verticales en Estación Central, detalla que a partir de la década del ’80 y principios de los ’90, en Santiago empezó un proceso de recuperación de los lugares centrales de la ciudad basado principalmente en la verticalidad de las construcciones.
“El problema de esta política de reubanizar zonas centrales, que en su origen podría haber sido muy positiva, es que llegó de la mano de una tipología habitacional que no ha sido lo suficientemente regulada. Llegaron torres con mayor cantidad de departamentos, la gente compró masivamente a través de subsidios, pero sin un control mayor de la rentabilidad o de la brecha de renta que hay entre lo que vale un terreno y lo que se puede cobrar por un departamento. Sumado a las bajas restricciones para construir, sucedió finalmente que se empezaron a construir edificaciones donde el principal criterio era obtener la mayor ganancia”, subraya.
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Edificios Waffles: Expertos analizan proliferación de torres con nanodepartamentos en Santiago